Durante dos semanas hicieron trabajo artístico que se expone en la galería del Colombo.
A la artista María Antonia Pérez la sorprendieron las palabras de una mujer que hace unos días la invitó sonriente, podría decirse que emocionada, a un entierro.
"Este es mi hijo", le decía exaltada señalándole el pequeño bulto de huesos que tenía entre sus manos, recién recuperados después de años y años buscando.
Esa extraña felicidad le hizo entender a Pérez el drama de los 47 mil desaparecidos que aún tiene el país. Le ocurrió dentro del Laboratorio Socio Artístico sobre Desaparición Forzada que ella y su colega Stacy Hughes dirigieron en el Colombo Americano con 20 víctimas de esa execrable violación a los Derechos Humanos que los grupos armados convirtieron en arma de guerra.
En ladrillos de barro, cada uno escribió con marcadores lo que les evoca su traumática experiencia, así como su visión de futuro: estamparon expresiones como dolor, valor, restauración, amor, compromiso, búsqueda de nuestros seres queridos, igualdad, justicia, no repetición, diálogo, solidaridad, sueños, libertad, fe, equidad, memoria...
Nubia Torres escribió 'educación', visibilización y sensibilización, porque considera que es lo que hace falta. A ella "unos hombres con cinturones llenos de balas" -no dice de qué grupo- le desaparecieron a su hijo Ómar Eliécer, en 1993.
"Logramos establecer lazos entre ellos y que dialogaran, porque muchos ni se conocían. Además los pusimos a pensar en el futuro, porque estamos acostumbrados más a que hablen de su pasado", anotó Hughes a través de la traducción de Pérez.
Todos recibieron título de constructores de paz.
Arte interactivo
La exposición que está abierta hasta el 16 de septiembre en la galería Paul Bardwell, del Colombo, es el punto culminante del proceso.
Lo primero que se topa el visitante es un puente hecho con los 252 bloques y sus mensajes. Quien se para encima y mira a los lados ve fosas comunes y si va hasta el final, el tricolor nacional sin terminar de tejerse, como metáfora de una Nación inacabada cuya construcción depende de quienes la integramos.
La pared del fondo contiene un gráfico con distintos conflictos en el mundo que se resolvieron con el diálogo, eso con el fin de que sean tomados de ejemplo. Los muros laterales lucen repletos con cientos de fotos que ha tomado Hughes en sus viajes por países con una realidad tan grave como la colombiana.
"Es como el concepto de salud y enfermedad en un médico: la violencia es la enfermedad y la resolución pacífica, la cura", explica Hugues, experto en el tema.
Al norteamericano lo dejó impactado la amabilidad de las víctimas con que compartió. Le abrieron sus corazones al punto de que lo invitaron a tomar el 'algo' a sus casas en dos semanas que le quedan en la ciudad
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